Festival de Wesak
LUNA LLENA DE TAURO – ABRIL 27 DE 2021
En años anteriores les hemos compartido que el festival de Wesak se lleva a cabo en la luna llena de Tauro y está basado también como el de Pascua, en evocar y dirigir los tres aspectos divinos que son la Luz, el Amor y el Poder.
Durante esa ocasión, Dios mismo lanza sus bendiciones sobre la tierra, según las demandas del hombre, a través del Buda y de su Hermano el Cristo.
Buda, quien fue el primer ser dentro del planeta Tierra en alcanzar la liberación, es decir, que adquirió los poderes del Adepto prometió regresar a la Tierra para bendecir al mundo y esto lo hace cada año para cumplir el voto que hizo ante el Logos Solar. Su bendición entonces se expande durante el año renovando todas las energías.
Para recibir dignamente estas energías, no solo debemos pensar en ellas, debemos abrirnos a ellas, prepararnos a ellas, trabajar para ellas, abrir nuestros centros y hacernos más intuitivos, (no reflexivos, pendientes de un razonamiento o fin determinado). Se trata de recibir para luego expandir. Recordemos que lo que estamos tratando de atraer a nuestra vida humana es de Origen Divino, por lo tanto, mientras dure la invocación, mientras dure la meditación, mantengamos un espíritu de expectación. Esta actitud debemos realmente sostenerla durante todo el año para así ir expandiendo la nota y el tono que divinizan nuestra existencia. Que la mente no razone, solamente se limite a percibir internamente, permitiendo a esta Divina Energía penetrar sutilmente para que se produzca dentro de nosotros una paz, un silencio, un orden, una armonía, y sea esta la mejor prueba de devoción que podemos dedicarle al Señor Buda. (Vicente Beltran Angada).
Empecemos a prepararnos para ese gran día buscando momentos de recogimiento cada que podamos, haciendo la meditación que tengamos como introducción en nuestro trabajo interior, como también vocalización de mantrams. Ese día, antes de disponernos a recibir las divinas frecuencias de Amor que derramará sobre nosotros el Señor Buda, podemos pronunciar la Gran Invocación, con la idea de unir nuestro propósito a un nivel más Universal. El efecto de esta Gran Invocación es universal, y sirve para vincularnos con ese centro cósmico de fuerza espiritual desde el cual provienen todos los seres creados.
La Gran Invocación
Desde el punto de Luz en la mente de Dios,
Que afluya luz a las mentes de los hombres;
Que la Luz descienda a la Tierra.
Desde el punto de Amor en el Corazón de Dios
Que afluya amor a los corazones de los hombres;
Que Cristo retorne a la Tierra.
Desde el centro donde la Voluntad de Dios es conocida,
Que el propósito guíe a las pequeñas voluntades de los hombres;
El propósito que los Maestros conocen y sirven.
Desde el centro que llamamos la raza de los hombres,
Que se realice el Plan de Amor y de Luz;
Y selle la puerta donde se halla el mal.
Que la Luz, el Amor y el Poder restablezcan el Plan en la Tierra.
OM OM OM
Nos cuenta la maestra Alice Bailey
que este extraordinario acontecimiento también se lleva a cabo en el plano físico paralelamente a esta ceremonia espiritual. En un pequeño valle del Tíbet, más allá de los Himalayas dicen que ocurre la ceremonia terrestre de bendición, en la cual muchas personas de la localidad y sus alrededores encuentran su camino, como peregrinos que van hacia la Luz y se realiza en ese lugar un ritual solemne.
Este valle, se dice estar ubicado bastante alto en los cerros de los alrededores del Himalaya tibetano. Días antes de la luna llena comienzan su peregrinaje hombres santos, lamas y también todos aquellos que deseen participar de la gran bendición. Quienes por circunstancias de la distancia no pueden participar físicamente, pueden hacerlos conectando sus vehículos superiores y visualizándose en ese pequeño valle.
Dice la leyenda que se reúne allí un grupo de aquellos grandes Seres que son los Guardianes de la Tierra del Plan de Dios para nuestro planeta y para la humanidad. Los esotéricos del mundo pueden llamarlos Los Maestros de la Sabiduría, la Jerarquía Planetaria, quienes en sus diversos niveles son regidos e instruidos por el Cristo, el Maestro de todos los Maestros, el Maestro semejante a los ángeles y al hombre. Ellos, con su Sabiduría, Amor y Conocimiento, actúan como una red protectora de nuestra humanidad. Buscan guiarnos, paso a paso (tal como Ellos fueron guiados en su momento) para pasar de la oscuridad a la luz, de lo irreal a lo real, de la muerte a la inmortalidad. Este grupo es el elemento más importante del Festival de Wesak. Ellos se agrupan al final de la parte noreste del valle, en círculos concéntricos, preparándose para un gran acto de servicio.
Al frente de la roca, mirando hacia el noreste, se encuentran Aquellos Seres, que son llamados por sus discípulos «los Tres Grandes Señores». Ellos son el Cristo, quien se ubica en el centro; el Señor de las formas vivientes, el Manú, que se ubica a la derecha del Cristo; y el señor de la civilización, el Mahachohan, que se ubica a su izquierda.
Cuando se aproxima la hora de la luna llena, un silencio se apodera de la multitud y todos miran hacia el noreste. Se inician movimientos rituales, en los cuales el grupo de Maestros y sus discípulos, de todos los rangos, adoptan posiciones simbólicas, las cuales tienen un significado poderoso y profundo. Simultáneamente, emiten cánticos y palabras de poder, llamados mantrams. Se crea una tensión real y creciente en la multitud. A través de todo el cuerpo de las personas se siente una estimulación y una vibración poderosa, la cual tiene el efecto de despertar las almas de aquellos presentes, fusionando y mezclando al grupo en una total unidad, y elevando todo en un gran acto de demanda espiritual, de buena voluntad y esperanza. El canto y el flujo rítmico crecen poderosamente, y todos los participantes levantan sus ojos hacia el cielo en dirección a la parte más angosta del valle.
Una pequeña mancha en el cielo se acerca más y más, aumenta su claridad y definición del contorno y se va haciendo más clara la forma del Buda que sentado en posición de loto, vestido con su manto azafrán y bañado de luz y color extiende su mano en señal de bendición. Al llegar exactamente sobre la gran roca, flotando sobre las cabezas de los Tres Grandes Señores, un poderoso mantram, utilizado solo una vez al año, durante este Festival, es entonado por el Cristo y todo el grupo de personas en el valle se postra delante de Ellos.
Esta invocación crea una gran vibración o corriente de pensamiento, que se extiende sobre el grupo de aspirantes, discípulos e iniciados. Esto marca el momento supremo de un intenso esfuerzo espiritual ejercido a través de todo el año, la revitalización espiritual de la humanidad y de los efectos espirituales que perdurarán durante los meses siguientes transmitiendo a través del Cristo vida espiritual renovada. Se derraman bendiciones, y el Cristo- en representación de la humanidad- las recibe como su custodio para su distribución. Lentamente el Buda se aleja, hasta que se vuelve a ver solo una débil mancha en el cielo para luego desaparecer. Desde su aparición hasta el momento en que el Buda se pierde de vista, toma solo ocho minutos. Su sacrificio anual ha terminado y vuelve a aquel lugar elevado donde trabaja y espera.
Él y su gran hermano el Cristo, trabajan en intima cooperación para el beneficio espiritual de la humanidad. A través del Buda, se derrama la sabiduría de Dios. A través del Cristo, se manifiesta el amor de Dios a la humanidad, y es esta sabiduría y este amor el que fluye sobre la humanidad cada luna llena Tauro.
Para Occidente, representa una idea algo nueva, que nos llama a readecuar algunas de nuestras creencias más apreciadas. Si esta puede ser captada y entendida, surgirá una nueva visión en nuestra conciencia y la posibilidad en la actual humanidad, de incentivar conscientemente una nueva fuente de enriquecimiento y un nuevo centro de fuerza espiritual.
Este festival vincula el pasado con el presente. Es un servicio mutuo a la humanidad, el Buda y el Cristo unen Oriente y Occidente. Se establece la bendición espiritual más elevada en el mundo. Es un momento inusual de flujo de vida y estimulo espiritual, que vitaliza las aspiraciones de toda la humanidad. A través del esfuerzo unido del Cristo y del Buda, se abre un canal de comunicación entre la humanidad y Dios, para que desciendan el Amor y la Sabiduría de Dios mismo al mundo que espera y necesita. Podríamos decir que se abre una puerta al Cielo, haciendo posible el contacto con energías que en otras circunstancias no son de fácil disposición. En ese momento es posible aproximarse a Aquellos que guían la raza a la verdad y realidad.
A medida que vayamos compartiendo y expandiendo esta divina sabiduría, será posible desarrollar una Ciencia de Acercamiento a las verdades más profundas y a las fuerzas de la vida que aún están escondidas detrás de un velo.
Es posible obtener grandes expansiones de conciencia para ser ayudados y estimulados espiritualmente a través de la práctica permanente y así empezar a dar aquellos grandes pasos llamados iniciaciones los cuales habilitaran a toda la humanidad para penetrar un poco más profunda y conscientemente en los misterios del Reino de Dios.
Texto de Alice A. Bailey (1880-1949)